El Prado de San Sebastián se constituyó a lo largo de la historia de Sevilla como un negativo de la ciudad. Era un espacio naturalmente opuesto a todas las características de la vida urbana medieval, embotada en un caserío abigarrado entre las murallas: abierto, apenas definido en sus límites, natural, público. Además, no se abrió puerta en la muralla de esta zona hasta 1760 y el arroyo Tagarete discurría junto a ella, lo que confería al Prado un alto grado de independencia respecto a la ciudad. Con unos terrenos extramuros colmatados al norte por las huertas de la Macarena, al este por los arrabales de San Roque y San Bernardo y al oeste por el Río, el Prado se constituyó en el espacio libre fuera de la ciudad por excelencia, en la no-ciudad.
Esta no-ciudad acogió por tanto todo el contenido heterotópico de la ciudad: cementerios (ya desde época romana), enterramientos colectivos en época de epidemias, quemadero inquisitorial, fábrica de tabacos, pastizal de ganado, residencias y paseos de la nobleza, el primer parque urbano de Sevilla (el de María Luisa) y, cómo no, la Feria de Abril.
En el Plano de Olavide de 1771 podemos observar las cualidades ya referidas de este espacio y su escasa ocupación. La Historia del Prado de San Sebastián parece ser la historia de una regresión, de un mundo sin límites ni presencia humana que va siendo acogotado y forzado hasta una pequeña, pobre extensión, sin rastro de su esencia histórica.
La Feria de Abril se celebró en este lugar de 1847 a 1973, en más de cien ocasiones. La muralla de esta zona fue derruida en 1868 dando paso a la urbanización de la calle San Fernando. La Pasarela construida en 1896 para el cruce peatonal se convirtió en el nexo de unión entre los barrios de Santa Cruz, San Bernardo y el Prado; un hito que sirvió de portada a la Feria y que, aunque demolido en 1921, ha sido nombre recurrente para esta zona de la ciudad debido a su presencia en la memoria colectiva.
La segregación de zonas, lenta pero inexorable, continuó mermando este antaño magno espacio libre. Estación de ferrocarril, Pirotecnia Militar, Fábricas de Aceite y Electricidad, Cuartel de Ingenieros, Exposición Iberoamericana, Barrio del Provenir, Estación de Autobuses, Juzgados, todo ello se dispuso en esta zona, comodín para la nueva construcción. Hasta los años 70, en que queda libre este espacio de la Feria y el ayuntamiento, eterno propietario de este suelo, se plantea la construcción de viviendas para rematar una muerte anunciada durante siglos.
No obstante, en un signo de compasión histórica, se promueve la creación de un parque urbano, los Jardines del Prado de San Sebastián, en su configuración actual desde 1997. No obstante, como la historia vuelve una y otra vez sobre sus pasos, en 2007 se cede un 8% del terreno a la universidad para la construcción de una imponente biblioteca. Tiene que ser la justicia la que, en 2009, tumbe el proyecto y nos deje la situación que podemos contemplar hoy.
Nuestro trabajo de recuperación ambiental y social de este espacio degradado y maltratado tiene, por tanto, un deber ineludible con la historia. Debe rescatar para la ciudad, para la gente, un espacio vendido y manipulado por el poder, fuera cual fuera su signo. Por ello pretendemos que en nuestra propuesta la ocupación por parte de la naturaleza de aquello que le corresponde y el aprovechamiento por parte de los ciudadanos en unas condiciones sostenibles sean los puntos fundamentales. También somos conscientes de lo imprevisible y cambiante del entorno en que actuamos y por ello apostamos por un enfoque renovable y reversible.
Noviembre de 2011. Pedro Mena.
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